Un total de 208 kilómetros entre viñedos, velas desplegadas de viejos rabelos y la eterna luz de poniente que nos conduce a la desembocadura. El punto de partida es Barca d’Alva, y es precisamente allí donde arranca O Douro Illustrado (1876), un tesoro del patrimonio bibliográfico portugués que nos invita a navegar por el Duero a través de una treintena de grabados.
En Douro ilustrado, el vizconde de Villa Maior quiere descubrirnos un país privilegiado:
«Si la fama de los preciosos vinos de nuestro Duero es grande; si ellos, como los de Falerno, Siracusa o Chipre en la antigüedad, han llevado el nombre del territorio en el que nacen a “todas las regiones del globo donde florecen los hábitos elegantes de la vida europea”, es sin embargo muy cierto que la fisonomía original y casi misteriosa de este país privilegiado por la naturaleza es aún hoy casi desconocida».
Visconde de Villa Maior
Douro illustrado. Album do rio Douro e paiz vinhateiro
Porto: Liv. Universal de Magalhães & Moniz, 1876
«El viajero que quiera recorrer toda la extensión navegable del Duero tendrá que ir al punto de embarque del muelle de Barca d'Alva, cerca de la frontera con España, y descender el río a merced de la corriente y de la pericia del barquero».
Visconde de Villa Maior
Douro illustrado. Album do rio Douro e paiz vinhateiro
Porto: Liv. Universal de Magalhães & Moniz, 1876
Y continuamos nuestro viaje deteniéndonos en Miranda do Douro y en las palabras de un escritor universal, José Saramago:
«En Miranda do Douro, por ejemplo, nadie sería capaz de perderse. Baja la Rua da Costanilha, con sus casas del siglo XV, y apenas nos damos cuenta y pasamos una puerta de la muralla y estamos fuera de la ciudad mirando los grandes valles que hacia poniente se extienden. Nos cubre un gran silencio medieval: qué tiempo es éste, y qué gente».
José Saramago
Viaje a Portugal. De Nordeste a Noroeste, duro y dorado
Madrid: Ed. Taurus, 1995