Capítulo 1

El nacimiento

No lejos de la Laguna Negra… Corría el mes de agosto de 1913 cuando la expedición liderada por el geógrafo y bibliotecario alemán Hans Praesent llegaba a lo alto del Pico de Urbión. Una instantánea tomada a 2228 m de altitud inmortalizaba la hazaña. El perro de caza de algún lugareño les acompañó durante todo el camino.

Sin despegarse de su cámara fotográfica, el geógrafo alemán tomó vistas de la Laguna de Urbión y del horizonte tras el desfiladero. Esas imágenes nos transportan hoy a un paraje en blanco y negro en el que el Duero se abre paso al poco de nacer.

Fotografías de la expedición al Pico de Urbión

26 de agosto de 1913. Viaje a España, 1913.

© Deutsche Fotothek / Hans Praesent

Los hermanos Baroja

Hans Praesent no fue el primero en documentar gráficamente el ascenso al nacimiento del Duero. Nada más empezar el siglo XX, los hermanos Baroja se aventuraron a subir abriéndose paso entre la nieve, la niebla y un viento glaciar, como queda reflejado en los grabados que tan magistralmente dibujó Ricardo Baroja. Su hermano Pío dio cuenta de ello en el diario El Imparcial entre 1901 y 1902; por entonces apenas tenían treinta años. Más adelante volvió a rememorarlo, en la segunda entrega de sus Memorias de un hombre de acción: El Escuadrón del Brigante (1913).

«Marchábamos con grandes dificultades por el lomo de un monte. Al avanzar por él llegamos encima de la hondonada donde nace el Duero. Desde el alto en donde nos encontrábamos se veían dos lagunas: la Negra y la Helada; la Helada apenas se distinguía por estar cubierta de nieve; la laguna Negra, en cambio, en medio de la hondonada, parecía una mancha redonda de tinta en un papel blanco».

Pío Baroja
El escuadrón del Brigante
1913

«Una revolución llamada Baroja»
1 de julio de 1972

Blanco y Negro

Acompañados por el escritor e hispanista suizo Paul Schmitz y una pareja de guardias civiles, Ricardo y Pío Baroja almorzaron en lo alto del Urbión:.

«Comimos en el pico del Urbión; por la tarde bajamos a nuestra cueva, dormimos en ella, y al día siguiente nos preparamos para la marcha. Nos untamos las botas con grasa de caballo, y con las mantas hicimos tiras para envolvernos las piernas. Parecíamos unos esquimales».

Pío Baroja
El escuadrón del Brigante
1913

Grabados de la excursión al nacimiento del Duero

Noviembre de 1901

El primer latido

Laguna de Urbión

26 de agosto de 1913 Serie Viaje a España, 1913.

© Deutsche Fotothek / Hans Praesent.

Ilustración de Marta Zafra

Varias son las lagunas que coronan el encuentro de dos provincias en lo alto de los Picos de Urbión. La Laguna de Urbión en tierras riojanas y, en la provincia de Soria, la Laguna Negra y la Laguna Helada; algo más alejadas están también la Laguna Larga y la Culebra. Situadas a más de dos mil metros de altitud, estas lagunas custodian el río Duero en sus primeros latidos. Son la muestra de pervivencia de un círculo hidrológico que, en su curso, se verá alimentado en ambas riberas por decenas de afluentes para conformar la mayor cuenca hidrográfica de la península ibérica.

Una laguna de leyenda

La fuerza de aquel paisaje tampoco dejó indiferente a Antonio Machado; el insigne poeta lo transformó en tierras de leyenda, las tierras de Alvargonzález.

«Soy hombre extraordinariamente sensible al lugar en que vivo. La geografía, las tradiciones, las costumbres de las poblaciones por donde paso, me impresionan profundamente y dejan huella en mi espíritu».

Antonio Machado
La Voz de España
1930

Luis Agromayor

La Laguna Negra, Picos de Urbión

1970 ca.

Archivo Agromayor, IPCE, Ministerio de Cultura y Deporte

La tierra de Alvargonzález

Es en la Laguna negra donde Machado encuentra el escenario perfecto para su drama de los Alvargonzález. Largas son las horas en que no recibe luz directa. Se trata de un lugar, en palabras de Machado, donde el eco duerme, rodea:

«Llegaron los asesinos / hasta la Laguna Negra, / agua transparente y muda / que enorme muro de piedra, / donde los buitres anidan / y el eco duerme, rodea; / agua clara donde beben / las águilas de la sierra, / donde el jabalí del monte / y el ciervo y el corzo abrevan; / agua pura y silenciosa / que copia cosas eternas; / agua impasible que guarda / en su seno las estrellas. / ¡Padre!, gritaron; al fondo / de la laguna serena / cayeron, y el eco ¡padre! / repitió de peña en peña».

Antonio Machado
La tierra de Alvargonzález
Romance de 712 versos. Mundial Magazine en 1912 y en Campos de Castilla, 1912.

Machado, Antonio (1875-1939)

La tierra de Alvargonzález: homenaje del teatro universitario La Barraca al gran poeta español Don Antonio Machado

1975

Biblioteca Digital de Castilla y León.